Zoofilia, nada nuevo de nuevo

Hace 15 años Selvakumar mató en su arrozal a dos perros que fornicaban (los animales no estaban casados). Al verlos cometer pecado, para sentirse liberado les lanzó las primeras piedras que encontró. Colgó sus cadáveres en un árbol.

Días después anduvo idiota, no hablaba, no escuchaba y perdió la capacidad de andar. Para romper el maleficio, un AstroLoco le recomendó que se casara con una perra.



Nada sorprende la noticia que un hombre se casó con una perra. No es el primero ni será el último. Conozco gente así:

1.- El que sufre porque la perra de su mujer lo atormenta. Pero como después de la tormenta viene la cama, come de su carne y sarna con gusto no pica.

2.- Un hijo de perra que es feliz con su mujer porque ésta lo trata con corazón de madre. Luego jode quejándose que le dan como a hijo.

3.- Otro tiene el rostro desfigurado porque su perra, La Gata, lo araña. Aun no sacia el hambre por esa hembra de ojos claros, que de paso tiene problemas de identidad: ¿perra, gata o araña?

4.- Aquel que teniendo perra, tiene sus zorras también, sin importarle que sean bagres.

5.- Ese soltero que tiene su cachorra. La que menea bien la cola, ya mismo caza al cazador. El está perro por ella.

El amo premia a su perro por ser el animal más inteligente, más leal y de hecho el más noble todos los animales. El indio Selvakumar usó a Selvi para terminar con una maldición que terminaría con el casamiento. ¿Quién es el perro ahora?

Es cierto, Selvi es una perra de la calle. ¿merece ser tratada como zorra?

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